El Estigma de Ser Mujer: Cómo los Estereotipos Afectan la Salud Mental y Qué Podemos Hacer al Respecto.

La salud mental es un tema que resuena con fuerza cada vez en nuestras vidas. Hoy más que nunca, se habla de ella, se visibiliza y se reconoce como un pilar esencial del bienestar y del desarrollo; sin embargo, hay una realidad ineludible: las mujeres enfrentan una carga desproporcionada cuando se trata de ansiedad y depresión. Las estadísticas no mienten: son muchas más mujeres que hombres, quienes experimentan estos trastornos según investigaciones recientes y desde los reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tras el primer año de la pandemia de COVID-19, con un aumento del 25% en estos padecimientos a nivel mundial, muestran una y otra vez que las mujeres son las más afectadas. Pero, ¿por qué sucede esto? La respuesta no es sencilla, y para entenderla debemos tejer una red que conecte biología, psicología y las presiones sociales y culturales, que moldean nuestras vidas.

            El primer paso es: no ignorar el cuerpo. Las mujeres atraviesan un torbellino hormonal a lo largo de sus vidas: la pubertad, la menstruación, el embarazo, el posparto y la menopausia. Estos cambios no son solo físicos, afectan directamente el estado de ánimo. El estrógeno, por ejemplo, es clave en la regulación de serotonina y otros neurotransmisores que mantienen nuestras emociones en equilibrio. Algunas teorías sugieren que podría haber una predisposición genética en las mujeres para desarrollar trastornos depresivos, aunque la ciencia no lo tiene esclarecido. Lo que sí sabemos, es que estas fluctuaciones pueden hacer que el terreno emocional sea más inestable, especialmente en los momentos de transición; por lo que debemos de tener siempre muy presente que: El peso de la biología va más allá de las hormonas.

            Tampoco todo se reduce a las hormonas. La forma en que las mujeres procesan el estrés también cuenta. Mientras que los hombres tienden a externalizar sus emociones, frecuentemente a través de conductas impulsivas como el consumo de alcohol o la búsqueda de riesgos, las mujeres suelen mirar más hacia adentro, realizando introspecciones. Se preocupan y rumian más sus pensamientos, se sienten más responsables por todo, y todos. Esa tendencia a cargar con la creencia de “culpa” puede convertirse en un caldo de cultivo para la ansiedad, que con el tiempo detona en depresión. Es como si llevaran una mochila invisible y la van llenando de piedras con cada nueva responsabilidad o expectativa, sin considerar el soltarla. La mente bajo presión es mucho más propensa a internalizar el dolor.

            Y luego está el mundo exterior, ese contexto social que no da tregua, menos ahora en nuestro amado Sinaloa. En pleno 2025, las mujeres siguen navegando un mar de roles impuestos: son madres, trabajadoras, cuidadoras, esposas, amigas… y la verdad, se espera que lo hagan con una sonrisa. La presión por ser “perfectas”, como una madre abnegada, una profesional exitosa, una pareja comprensiva; es agotadora. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), (2022), en México, por ejemplo; destacó cómo las mujeres enfrentan una mayor prevalencia en somatización de síntomas depresivos, muchas veces ligados a estas demandas; unas desmedidas, otras absurdas. A esto se le suma el impacto de experiencias traumáticas como la violencia de género o el abuso, en todas sus versiones, que incrementan significativamente el riesgo de problemas en salud mental.

            La desigualdad social agrava aún más el panorama. En muchas comunidades, las mujeres siguen con menos acceso a educación, empleo digno o servicios de salud mental. Esto no solo genera estrés crónico, también dificulta buscar ayuda cuando el peso se vuelve insoportable. Durante la pandemia del COVID-19, muchas asumieron el rol de sostén emocional y práctico de sus familias, un esfuerzo que dejó cicatrices profundas. En otras palabras, el contexto social desigual, es un mundo que les exige demasiado.

            Entender por qué las mujeres son más vulnerables a la ansiedad y la depresión, es solo el comienzo. La verdadera pregunta debe ser: ¿qué hacemos al respecto? La salud mental no debería ser un lujo, sino un derecho social; y abordarla requiere un enfoque integral. Presento cinco ideas prácticas:

1. Escucha tu cuerpo y tu mente: No ignores las señales. Si te sientes abrumada, triste o ansiosa por más tiempo del habitual, date permiso y pide ayuda. Hablar con una amiga, un familiar o un profesional debe ser el primer paso.

2. Establece límites: No tienes que hacerlo todo. Aprende a decir No” sin culpa y delega cuando te sea posible. Tu salud mental vale más que cumplir con expectativas, exigencias o intereses ajenos.

3. Busca redes de apoyo: Las iniciativas comunitarias y los programas en línea están creciendo. Busca grupos de mujeres, talleres o terapias accesibles que te permitan compartir y aprender de otras, en tu misma situación.

4. Exige igualdad: La salud mental mejora cuando las condiciones sociales lo hacen. Actívate y apoya políticas y proyectos que promuevan el acceso equitativo a la educación y la atención médica. Has que tu voz cuente.

5. Cuídate, como cuidarías a otros: Muchas mujeres son expertas en cuidar a sus seres queridos, pero se olvidan de sí mismas. Dedica tiempo a actividades que te nutran: leer, caminar, meditar o simplemente descansar. Romper el estigma, es un llamado a la acción.

            La salud mental no distingue géneros, pero refleja cómo vivimos. Las mujeres, muchas veces solas en su lucha silenciosa, merecen ya un sistema que las respalde. Aún falta mucho de las autoridades responsables, como de las propias familias de origen y nucleares: más recursos, menos estigmas, mayor empatía. El cambio empieza en lo personal, en cada mujer y con quienes les rodean. Apoyar a las mujeres —madres, hermanas, amigas, compañeras— no solo equilibra la balanza, sino que construye un mundo más sano para todas, y todos.

            En resumen, entre el género y la salud mental hay una batalla que no siempre se ve, pero que se siente. Las mujeres no deberían cargar solas ese “bulto”. Es hora de aligerar la mochila, compartir el peso y caminar juntas y juntos, hacia un bienestar que nos incluya a todos; hacia un futuro más equilibrado y más sano. ¿Anímate y da el primer paso?…

Dr. Jorge Papachoris Corrales

Psicólogo Clínico, Psicoterapeuta y Asesor Organizacional.

Cel.: 667 751-0080

Mail: papachoris@hotmail.com